sábado, 8 de octubre de 2016

1278 (S 08/10/16) Foráneos

Los extranjeros, extraños, siempre fueron hostiles, peligrosos, cuyo temor servía de instrumento de cohesión del grupo que los rechazaba. Se han llegado a inventar conflictos, incluso guerras fronterizas, con tal de apiñar a los nacionales en países de difícil aglutinamiento por ser multirraciales, multilingües y multiconfesionales, como por ejemplo en la India. Todavía hoy en día la xenofobia se utiliza como arma electoral, como es el caso reciente de Badalona, en Cataluña, por el sr. Albiol, del PP, en las últimas elecciones generales.

   Theresa May, primer(a) ministra del R.U., en el tema de control de la entrada de inmigrantes se ha decidido por el destape integral: “En el futuro las empresas deberán hacer pública la proporción de extranjeros que emplean. La idea es formar a jóvenes británicos antes de recurrir a mano de obra foránea barata”. Lamentamos profundamente la situación en que ponemos a los que rechazamos en nuestras fronteras, pero de quién es la culpa? quién les mandó nacer donde nacieron? pues ahora que apechuguen con ello, es su problema. Theresa May ha llegado a decir: "el que se crea ciudadano del mundo es un ciudadano de ninguna parte".
      Nada define mejor al nacionalismo que la exclusión de los no nacionales. Para ello a los extranjeros hay que definirles como ajenos a nuestra especie, peligrosos por hostiles. De otro modo no podríamos disparar contra nuestros enemigos en la guerra.
Pero el cierre de las fronteras conlleva inevitablemente un estrechamiento de las mentes y consiguiente catetismo. Por el contrario la visión universal de las cosas es propia de países que han expuesto sus tierras y sus valores al encuentro de otras gentes y culturas. Los inmigrantes son un revulsivo que afianza los valores propios y los enriquece al contrastarlos. Las culturas y grupos que integran gentes y valores ajenos progresan más rápidamente al tiempo que el crecimiento de su autoestima refuerza la cohesión de su grupo. Los escasos casos de países que se han impuesto un aislamiento, como fueron Japón y China, merecen trato aparte.

Cateto en fase terminal
Foráneos, inmigrantes, extranjeros, extraños…, españoles… Nunca fue Barcelona, y con ella toda Cataluña, más universal, y por tanto menos cateta, que cuando abrió sus fronteras y sus editoriales acogiendo a inmigrantes murcianos o escritores extranjeros que aceptaron de buen grado la invitación a fijar en ella su residencia. Qué sería ahora de Cataluña si no se hubiera enriquecido con la sangre y el sudor de sus charnegos? Que ya son catalanes?, pues claro, como lo serán los nuevos que inmigren en el futuro, si les dejan.

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